El diagnóstico de la enfermedad de ojo seco, como sabemos, no se realiza por una prueba específica. Es una conjunción de signos y síntomas lo que permite realizar el diagnóstico de la enfermedad. El memorando sobre diagnóstico del ojo seco, realizado en el marco del Dry Eye WorkShop 2, auspiciado por la Tear Film and Ocular Surface Society, incluye unas recomendaciones diagnósticas, en forma de batería de test, que debemos tener siempre en mente a la hora de realizar el diagnóstico de nuestros pacientes con esta enfermedad.1
Primero, debemos realizar una anamnesis dirigida a los pacientes, preguntando por síntomas oculares típicos de ojo seco (irritación, sensación de arenilla o cuerpo extraño, sequedad, sensación de visión borrosa que mejora típicamente al parpadear, etc.). Debe investigarse la intensidad, duración y situaciones que empeoran la sintomatología, como uso de pantallas de visualización. También debemos preguntar por factores de riesgo para la sequedad (uso de lentillas, tabaco, medicaciones, etc.), así como enfermedades oculares y sistémicas concomitantes.
Posteriormente, se recomienda la realización de cuestionarios sintomatológicos, siendo los dos más empleados el OSDI® y el DEQ-5®. Se han identificado puntos de corte para ambos test (≥13 y ≥6, respectivamente). Además de la positividad de alguno de estos test de síntomas, debe existir al menos un positivo en alguno de los tres test propuestos como marcadores de la alteración de la homeostasis de la superficie ocular, característica de la enfermedad de ojo seco:
- Tiempo de ruptura de película lagrimal (TF-BUT). Es preferible el empleo de técnicas no invasivas, recomendándose realizar tres medidas y obtener la mediana de ellas. El punto de corte se ha establecido en 2.7 segundos (se mantiene el clásico de 10 segundos si se hace el TF-BUT clásico con fluoresceína).
- Osmolaridad de la película lagrimal, determinando la hiperosmolaridad ya descrita en la enfermedad de ojo seco. Se considera un resultado positivo una medida ≥ 308 mOsm/l en cualquier ojo o una diferencia mayor de 8 mOsm/l entre ambos ojos.
- Tinción de la superficie ocular, preferiblemente con verde de lisamina (tinción conjuntival y del margen palpebral) y fluoresceína (tinción corneal), con lectura entre 1 y 4 minutos tras la instilación. Se considera positivo si existen más de 5 puntos de tinción corneal, más de 9 conjuntivales o tinción del borde libre mayor de 2 mm o mayor del 25% de su anchura sagital.
Si el cuestionario es positivo para ojo seco y el paciente presenta anómalo-positivo alguno de estos tres test, podemos realizar el diagnóstico de enfermedad de ojo seco. El protocolo recomienda, a continuación, pues tiene implicaciones terapéuticas, realizar una aproximación al diagnóstico del subtipo de ojo seco (evaporativo o hiposecretor), para lo que debemos evaluar la disfunción de glándulas de meibomio y el volumen de película lagrimal. A este respecto, enfatizar que se recomienda abandonar el clásico test de Schirmer (por invasivo y poco reproducible) y apostar por la medida de la altura del menisco lagrimal inferior mediante OCT, una técnica no invasiva, ya muy ampliamente disponible y que ha demostrado ser reproducible, más aún cuanta mayor sea la definición del equipo.2
En definitiva, el diagnóstico de la enfermedad de ojo seco debe realizarse en base a unos criterios y protocolos claros, conjugando síntomas y signos. Estas recomendaciones deben ayudarnos en nuestro día a día a la hora de afrontar el no siempre sencillo manejo de estos pacientes.